Una emotiva jornada en la que las entregas de premios, los buenos portfolios y el buenrollismo son los protagonistas
Hoy termina una etapa en la que todos nos sentimos más preparados y más en forma que nunca, el último día en Complot Barcelona, para todos los que preferimos el “hasta pronto” que el “adiós”.
El pasado 2 de junio, terminamos nuestros cursos en Complot Escuela de Creativos Barcelona. Terminar. Uau… Ninguno lo acabábamos de creer… Después de tres, seis, nueve meses trabajando briefs a contrareloj, cientos de horas dedicadas a retos imposibles con un nivel de exigencia tan selecto como presente en el mundo real, los momentos sin dormir para cuadrar las entregas… y ya está. It’s done, se ha acabado. Uno siente como el pecho se le desinfla, te vuelves más ligero y te invade una mezcla entre pena y alegría parecida a la que nos da las endorfinas después de correr una hora.
Nos reunimos en la sala de los sofás, y aunque no llegamos todos de golpe, al final no faltó nadie, absolutamente nadie. Y es que, a pesar de que el tiempo se había comido el tiempo de alguno, todos queríamos ver plasmado lo que aprendimos estos meses. Un total de 20 cases se sucedieron en un curioso silencio sólo roto por los aplausos y las risas de algunos cases originales.
No hace falta decir que mientras mirábamos los proyectos de los demás, incluso los nuestros mismos, un espíritu crítico con ADN #comploter nos hacía pensar en cómo aquello podía mejorar. Pero lo más curioso era que eso no nos impedía disfrutar cada frame que se nos plantaba delante con ideas originales que auguraban un buen futuro como publicistas. Una sensación que sólo se puede definir como “jodidamente refrescante”. Todo presentado por Dan Peisajovich, el máximo anfitrión de la escuela.
Tras el pase, nos dispusimos a elegir los mejores porfolios tanto para artes como para copys. El ritual ya consolidado de la entrega de gatos chinos, que lejos de ser la tontería que pueda parecer, nos mantenía con el corazón en un puño. Los resultados cantados fueron:
Redacción Creativa
1º: Martín Mesa
2º: María Lluch
3º: Daniela Vela
Dirección de Arte
1º: Andrea Ramil
2º: Valeria Este
3º: Pablo Sánchez
Con las debidas felicitaciones, aplausos y algún que otro abucheo cariñoso, los ganadores se agarraron a sus premios o, mejor dicho, a sus gatos, con una sonrisa de oreja a oreja. Pasamos al momento de entrega de diplomas, también usado como momento estelar en el que cada uno desfilaba entre aplausos y piropos. Al ritmo de The Final Countdown de Europe, todos nos hicimos con ese papel que nos acredita como antiguos #comploters, como supervivientes de una escuela experta en hacernos respirar sabiendo que nos lo hemos ganado. Aquí llega a su fin lo que ocurrió en la sala que ahora es un horno a diferencia de cuando entramos hace meses, que era un congelador… cómo pasa el tiempo.
Pero esto no terminó aquí, obviamente fuimos a cenar a un sitio de calité, con gente de calité, con un sentido del humor calité y con muchísimas ganas de hacer cosas de calité. Por supuesto, lo que pasó entre cervezas nos lo guardamos para nosotros, ya que daría para un buen storytelling que preferimos atesorar.
Y esta es la última crónica de un servidor, un joven que se creía redactor y que ahora se siente más cerca que nunca de hacer el trabajo como nunca. Y es que hablo por todos si digo que estos meses han sido como una montaña rusa. En la cola te vas asustando, cuando te montas, el terror, al arrancar, el caos, pero al bajar, volverías a pasar por todo para volver a hacerlo una y mil veces más.
Muchas gracias y hasta siempre.
David Rebollo, coordinador del Curso de Redacción Creativa
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